El informe She Figures de la Comisión Europea de Investigación, Innovación y Ciencia se lleva publicando cada tres años desde 2003 y hace referencia al estado igualdad de género en el ámbito de la investigación, educación, mundo empresarial,.... El último informe, She Figures 2012, fue presentado en marzo de 2013. Para resumir los datos del informe se pueden utilizar las contundentes palabras de la comisaria europea de Investigación, Innovación y Ciencia, la irlandesa Máire Geoghegan-Quinn: “En los últimos diez años, la Comisión Europea ha publicado cuatro informes She Figures sobre la situación de la mujer en la ciencia, y debo decir que los datos presentados en el último de ellos muestran que estamos lejos de lograr la igualdad de género en el ámbito de la investigación. Esto es lamentable para las mujeres científicas y malo para Europa”.
El texto es extenso e intenso. Alguna de las conclusiones obtenidas son:
1. Aunque el 46% de las personas que obtienen un doctorado son mujeres, únicamente el 32% de las personas que trabajan en investigación en la Unión Europea lo son.
2. La proporción de mujeres trabajando en campos científicos e ingenieros en la Unión Europea es del 32%. Los datos de 2010, indican que había tres países en los que la proporción de mujeres científicas y ingenieras era del 50% o más: Islandia (50%), Bulgaria (50%), y Polonia (53%). En muchos países, la proporción de mujeres es mucho más baja a ese 32%. Suiza se encuentra en la parte inferior del ranking con sólo 18% de las mujeres en esta categoría.
3. A pesar de que España está en el furgón de cola en las cifras generales (17% de científicas), el informe parece mostrar algunos puntos de luz de esperanza. Entre otras cosas, es el país de la Unión Europea con un mayor incremento (12% anual) en el número de mujeres investigadoras del sector público (la media europea es del 4,3%).
4. El estudio detecta que el 57% de las mujeres investigadoras pertenecen al ámbito de las ciencias médicas y que España es uno de los cuatro países de la UE (junto a Dinamarca, Luxemburgo y Malta) en el que el número de científicas en agricultura, ya bajo de por sí, desciende desde 2002.
5. De los datos se deduce una ventaja de los países del este respecto a los del oeste. Según explica Dora Groo, presidenta de la Asociación Húngara de Mujeres en la Ciencia y de Gendera hasta junio de 2012 (un proyecto europeo “para cambiar el balance de género en las organizaciones dedicadas a la investigación”), “este relativamente elevado porcentaje de mujeres en los países del Este tiene un origen histórico. Durante el régimen socialista casi todas las mujeres trabajaban en nuestros países en todos los campos de trabajo, incluida la investigación científica. En las universidades, todas las facultades, estaban abiertas a las mujeres e incluso eran favorecidas y un alto número de ellas continuaron sus carreras investigadoras. Estos Estados se dotaron una fuerte red para el cuidado de los hijos y, de este modo, las mujeres pudieron volver a sus trabajos después de algunos meses y continuar sus trabajos. Por tanto, a largo plazo, ellas consiguieron avanzar en su carrera, aunque es cierto que siempre con más dificultades y más lentamente que los hombres”, explica Dora Groo. “Con todo”, lamenta, “aunque el porcentaje de mujeres en este caso es muy positivo para estos países, cuando analizamos los niveles muy altos de investigación y puestos de gestión y decisión, vemos que también en los países del Este se encuentran muy pocas mujeres”.
6. Las mujeres tienen más éxito en la escuela, ya que obtienen mejores calificaciones y son menos propensas que los chicos repetir un año (Comisión Europea, 2008). Sin embargo, la segregación sexual persiste a pesar de la ventaja de la mujer en el número de graduaciones en todos los niveles de estudio. Las mujeres con menos frecuencia se involucran en Ciencia, Ingeniería y Tecnología, mientras que los hombres optan menos por la Educación y la Salud. Esto no sería un gran problema si no fuera porque los estudios dominados por los hombres son generalmente los que ofrecen mejores oportunidades profesionales. Las razones para estas opciones de estudio entre hombres y mujeres incluyen estereotipos que a menudo se encuentran en los libros y manuales escolares; actitudes de género de maestros, consejos de género y orientación sobre cursos a se aplique; diferentes expectativas de los padres sobre el futuro de las niñas y los niños; etc. Como resultado, algunos campos de estudio y algunas profesiones son considerados como femeninos, otros como masculinos. Si el objetivo es cambiar estas tendencias e introducir un equilibrio de género en todos los campos de estudio como base para una mayor igualdad de género en el mercado laboral, entonces es con respecto a todo lo anteriormente comentado contra lo que se tiene que trabajar a nivel político.
La Comisión Europea lanzó en 2013 su ambicioso programa científico Horizonte 2020, el mejor dotado de la historia de la UE y que, según fuentes de la Dirección General de Investigación e Innovación, “contempla importantes medidas para equilibrar el desajuste de género en el ámbito científico europeo, como introducir la variable del género en cada una de las fases del ciclo de investigación e innovación: balance de género en los equipos de investigación y en los procesos de toma de decisiones, como grupos de expertos o paneles”. “Los datos obtenidos hasta ahora”, aseguran las fuentes, “muestran que no hay evidencia de una reducción espontánea de la desigualdad de género, de manera que todas estas iniciativas son necesarias para que se progrese en esta materia. Con adecuadas medidas como éstas y otras que se tomen, los progresos llegarán”.
Con respecto a esto último, recuerdo la “política” de la Comisión Europea para atraer a las mujeres hacia los campos científicos: Sience, it’s a girl thing!
Tras el malestar generado por este vídeo sexista, frívolo y completamente fuera de lugar, la Comisión Europea decidió retirar la campaña aunque curiosamente a día de hoy puede seguir viéndose en Youtube.
Una de las respuestas a este tipo de "política" europea vino de la Universidad de Bristol. Una parodia con minifaldas, tacones, escotes, emoción desbordada al descubrir que «1+1=2», esconden revistas de moda dentro de los libros científicos, reducción de un cerebro femenino al tamaño de un guisante con tomografía computarizada o desmayos por la presencia de un colega masculino. «Lo hicimos por diversión, pero también porque el original era horrible. Era realmente degradante para las mujeres y no contenía nada de ciencia, solo maquillaje», afirma una de las participantes, Suzi Gage, neuropsicóloga cognitiva. Este es su vídeo:
Toda la información completa sobre este informe la Unión Europea se puede encontrar en este enlace: SHE FIGURES 2012
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