El año 2014 se termina y queremos hacerlo hablando en defensa de la Ciencia. Esta vez, sin género.
Desde que empezamos este blog, nos acompaña un logo que reza: SIN CIENCIA NO HAY FUTURO.
El pasado 17 de octubre, aniversario de la muerte del insigne don Santiago Ramón y Cajal, María Vallet Regí, una de las mujeres investigadoras más brillantes que tenemos en este país, hizo una apasionada defensa de la Ciencia y de lo necesaria que es para cualquier nación. Con el permiso de Gabriel Celaya, nos mostró que la Ciencia es un arma cargada de futuro pero necesita ser cuidada. Necesita que se crea en ella. Necesita de hechos, no de bonitas y huecas palabras. La Ciencia ni puede, ni se merece estar a expensas de créditos extraordinarios para sobrevivir (ya que ni para vivir dan...) como ocurrirá a lo largo del 2015. En una imagen surrealista, me imagino a una investigadora desahuciada de su laboratorio mientras otro investigador le ayuda a sacar sus pocos enseres (probetas y matraces) porque nadie pudo pagar la hipoteca que pesaba sobre esa casa llamada Ciencia...
El texto que se reproduce a continuación, fue la aportación de María Vallet Regí en la reunión del 17 de octubre en defensa de la Ciencia. Buena lectura.
Buenas tardes a
todos,
Me ha pedido Carlos
Andradas que participe en este acto, a pesar de ser viernes por la tarde y de
que estoy segura de que podríais estar en sitios más divertidos. Pero también creo
que cualquier esfuerzo que hagamos en apoyo de la Ciencia merece la pena. Me gustaría ser
capaz de explicaros lo importante que es para la sociedad el trabajo que
hacemos, sobre todo cuando conseguimos los objetivos que perseguimos.
En nuestro grupo
investigamos en biomateriales y en nanotransportadores inteligentes de fármacos.
Voy a intentar explicar que son:
Los biomateriales
son piezas de repuesto para nuestro cuerpo. Son materiales
implantables, por tanto tienen que ser compatibles con nuestro organismo. Y en la actualidad
es posible sustituir casi todas las partes de un cuerpo humano. Teniendo en cuenta
que la discapacidad física y la edad están estrechamente ligadas, durante los
10 primeros años de vida la necesidad de sustituir partes dañadas del cuerpo
humano es casi nula pero cuando se alcanzan los 80 años, el porcentaje puede
llegar a cotas muy elevadas.
Hoy en España la
esperanza de vida para las mujeres es de casi 87 años (86,8
) y
la de los hombres de más de 81 (81,3 ). Y va en aumento
hacia una subida espectacular en los próximos años. Por tanto, las
noticias son buenas y malas a la vez. Buenas porque la
mayoría de la gente prefiere morirse cuanto más tarde mejor. Malas porque
todavía hay mucho camino por recorrer en el mundo de los biomateriales, y
porque el incremento del coste de la asistencia médica es elevadísimo. En cualquier
caso, alargada la vida, el objetivo es vivir en buenas condiciones, tanto en el
terreno social como económico o sanitario. Y si disponemos
de piezas de recambio hay esperanza no solo de vivir más años, sino de vivirlos
con buena calidad de vida.
Y esto es lo que
nosotros estamos intentando investigar en el laboratorio. Sobre todo en
sustitutos óseos para aplicaciones en traumatología y en maxilofacial.
Desde siempre han
sido necesarios implantes para múltiples
problemas relacionados con los huesos, y no sólo en edades avanzadas, también
en niños y jóvenes como consecuencia de accidentes de todo tipo. Y en
odontología, a cualquier edad se necesita una reparación o sustitución de
dientes. El objetivo que
se persigue al utilizar biomateriales es salvar vidas, mejorar la calidad de
vida, reducir el sufrimiento y contribuir a llegar en mejores condiciones al
final de nuestra vida. Por tanto, hay que
investigar y desarrollar biomateriales para lograr las soluciones idóneas a
cada problema, no sólo de los
huesos, sino de cualquier parte dañada del cuerpo humano que necesite ser
sustituida, reparada o regenerada.
La otra línea de investigación en la que
trabajamos es en nanopartículas para combatir el cáncer. Para ello fabricamos
nanotransportadores inteligentes que son pequeñísimas partículas cargadas con
citotóxicos, y con una superficie decorada con moléculas que las hagan
invisibles a los macrófagos y selectivas hacia las células a las que queremos
que lleguen. Como símil,
podemos imaginar que son caballos de troya que entran en las células enfermas,
y que una vez dentro de ellas, el caballo abre sus compuertas y los citotóxicos
salen. Para que esto sea
posible, hay que dar un estímulo al caballo en el momento adecuado, es decir
cuando esté dentro de la célula enferma. Por eso los
llamamos inteligentes, porque no sueltan su carga hasta que no reciben la orden
de hacerlo. El estímulo es
como la llave que abre la puerta para permitir que salgan los fármacos. La ventaja
principal de estos nanotransportadores para combatir el cáncer es, en primer
lugar su selectividad, en segundo lugar
que utilizan dosis infinitamente pequeñas y por último y
como consecuencia de lo anterior, que se reducirán muchísimo, o tal vez totalmente,
los efectos secundarios de la quimioterapia tradicional.
En efecto, si conseguimos llevar a buen puerto la
investigación que estamos haciendo se reducirán muchísimo las dosis de
citotóxicos necesarias. Pensar que en
quimio hay que dar mucha dosis para que llegue la necesaria a los tumores, ya
que el conjunto de la que se suministra se reparte por todo el cuerpo. Con los
nanotransportadores la aplicación es local, lo que reduce a mínimos las dosis
necesarias, que irán directamente a matar sólo a las células cancerígenas. El tamaño de estos
nanotransportadores es muy pequeño, de entre 100 y 200 nm. Para hacernos una
idea de lo pequeño que es podemos pensar que el diámetro de un pelo mide 80000
nm, o que el canto de una hoja mide 100000 nm. Nuestro objetivo principal
en esta línea de trabajo es llegar a diseñar un nanosistema selectivo, esto es,
que llegue solo a donde hace falta, a las células cancerígenas, que reduzca las
dosis a mínimos y que libere los citotóxicos cuando reciba un estímulo para hacerlo. Y voy más allá,
cuando este nanotransportador se utilice en clínica habitualmente para combatir
determinados cánceres. La ciencia de hoy es la tecnología de mañana,
y para lograrlo es imprescindible la investigación.
Cuando hablo de
investigación no hablo de hacer publicaciones sólo para engordar el Currículum Vitae, eso son
“publicaciones de kiosco”, ni tampoco
hacer más de lo mismo, “publicaciones de
salón”, ni tampoco juntar a varios grupos de investigación, por buenos que
sean, bajo un proyecto para seguir haciendo cada uno lo mismo, con
independencia de lo que hace el resto, porque terminará
siendo “una torre de babel”, sino de
una investigación de calidad dirigida a resolver problemas concretos de nuestra
sociedad.
Y hoy, aniversario
de la muerte de Ramón y Cajal, es un buen día para recordar y reconocer que los
enormes avances que se han producido en el campo médico, desde la
instrumentación, los biomateriales, los fármacos, la anestesia, las vacunas y
ahora la nanotecnología, han logrado hacernos vivir mejor y con menos dolor. Y esto no ha sido
gratis, esto se ha logrado con mucha investigación. Si queremos seguir
progresando hay que seguir investigando, y para ello es fundamental que desde
las instituciones correspondientes se financie y apoye la investigación, porque CON CIENCIA HAY FUTURO.
En tiempos de crisis se hace más necesario que nunca ser optimista para seguir luchando, para seguir creyendo en lo que se hace. Por ello, más que un SIN CIENCIA NO HAY FUTURO apostemos por un CON CIENCIA HAY FUTURO.
¡ Feliz y próspero MMXV !