lunes, 6 de enero de 2014

ROSALIND FRANKLIN

Tal vez la figura de Rosalind Franklin es una de las más conocidas en el mundo de la Ciencia, y en especial, en Cristalografía. Su nombre se encuentra unido al estudio del ADN y al de tres investigadores, Watson, Crick y Wilkins, que nunca quisieron reconocer la decisiva aportación de esta mujer a la determinación de la estructura del ADN.






Fecha de nacimiento: Londres, 25 de julio de 1920.
Fecha de defunción: Londres, 16 de abril de 1958.

Graduada por la Universidad de Cambridge, Rosalind Franklin obtuvo un doctorado en Química-Física por su trabajo sobre la microestructura del carbón y el grafito. En 1947, se marcha a trabajar en París en el Laboratorie de Services Chimiques de L’Etat donde estudia la técnica de Difracción de Rayos-X sobre sustancias amorfas.

Tras su paso por París, Rosalind Franklin empieza a trabajar en el Kings College de Londres. Y fue aquí donde empezaron los problemas… Inicialmente, Rosalind Franklin, creyó que iba a trabajar de forma independiente pero la verdad fue que lo hizo bajo la dirección de Maurice Wilkins. Lo demás ya es bastante conocido: Sin su permiso, Wilkins, enseñó uno de los diagramas de difracción de Rayos-X del ADN a James Watson que había realizado Rosalind Franklin y sobre el que ella estaba trabajando. Esta es la famosa Fotografía 51. Ante la calidad del diagrama, Watson lo vio claro y unas semanas después él y colega, Francis Crick, presentaron su propuesta para la estructura del ADN. Se acaba de realizar el descubrimiento más importante y decisivo de la Biología Moderna.


Tras estos inclasificables hechos, Rosalind Franklin abandona el Kings Collage y el estudio del ADN. Se traslada al laboratorio de Bernal en Birkbeck y allí inicia una fructífera colaboración con Aaron Klug (que alcanzaría el premio Nobel en 1982) sobre los virus de las plantas (en especial sobre el virus del mosaico del tabaco) y que mantendría hasta su muerte por cáncer en 1958.

En 1962, Wilkins, Watson y Crick recibieron el premio Nobel de Medicina y Fisiología por el descubrimiento de la estructura del ADN. Los premios Nobel no se conceden de forma póstuma, desde 1974, pero ninguno de ellos tuvo ni la más mínima palabra hacia la mujer cuyo trabajo de difracción de rayos X fue determinante para la consecución de este hito científico. Además, si esa norma es de 1974, ¿por qué no lo hicieron en 1962?

Crick, Watson y Wilkins

Podemos tomar las propias palabras de Watson en su libro La doble hélice (1968) sobre cómo veía él a Rosalind Franklin y su trabajo en el Kings Collage. Clarificador resulta el tercero de los párrafos:

“Maurice poseía ambas cualidades, era evidente: prueba de ello es que fue el primero que se dedicó a investigar el ADN. Pero Francis sentía que nunca lograría convencer a Maurice de que uno no puede ir con cautela cuando tiene entre las manos dinamita con el ADN. Además, cada vez era más difícil a Maurice apartar de su mente a su ayudante Rosalind Franklin.
No era que estuviese enamorado de Rosy, como nosotros la llamábamos, todo lo contrario. Casi desde el mismo momento en qué llegó al laboratorio de Maurice, empezaron a contrariarse mutuamente. Maurice, en principiante en el trabajo de difracción de Rayos-X, necesitaba alguna ayuda profesional y confiaba en que Rosy, experta cristalógrafa, pudiera ayudarle en sus investigaciones. Sin embargo, Rosy no veía la situación de esta manera. Pretendía que el ADN era problema suyo y no se consideraba como ayudante de Maurice.
Sospecho que al principio Maurice esperaba que Rosy se pacificaría. No obstante bastaba con fijarse en ella para saber que no se doblegaría con facilidad. Se abstenía deliberadamente de realzar sus cualidades femeninas. Aunque sus rasgos eran algo angulosos ni carecía de atractiva, y si hubieran prestado un poco más de interés a su modo de vestir habría resultado deslumbrante. Pero no lo hacía. Nunca había carmín en sus labios que contrastara con sus negros cabellos y, a sus treinta y un años, su atuendo no demostraba más imaginación que la de las adolescentes inglesas de medias azules. Resultaba fácil verla como producto de una madre insatisfecha que pensara que una carrera profesional podía salvar a una muchacha brillante de casarse con algún hombre estúpido…”


Tal vez es el momento de volver a las entradas que dieron origen a este blog por el mes de septiembre de 2013. Charles Darwin en 1871, Santiago Ramón y Cajal en 1932 y James Watson en 1968. Casi un siglo de diferencia y todo parece estar en el mismo sitio.


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